Julia Ivalú: una mujer de tierra

Con motivo de la publicación de Mujer de tierra, Diosa Enterrada, el primer poemario multimedia de Julia Ivalú, la autora nos cuenta sobre su proceso creativo y las influencias detrás de este libro tan peculiar. En esta entrevista nos acercamos al espíritu libre de una escritora que ha encontrado en la poesía y el feminismo, formas de compartir su universo personal.

¿Cuáles son los temas que te interesa explorar a través de tu escritura?

No creo tener un único tema en mi escritura. Depende mucho de lo que esté pasando en ese momento, lo que esté aprendiendo. En este poemario mis temas se mueven entre la imagen mitológica, corporal e imaginaria de lo femenino y el entretejer lo cotidiano que hago con otras personas, principalmente conmigo. Es verme mujer terrenal, darme cuenta que ya no le rezo a los dioses patriarcales, que invoco en mí a las mujeres-diosas enterradas por la historia. Ni puta, ni santa, ni la que salva a los hombres, ni la que los condena; soy la que crea, la que da vida, la que se llueve vida a sí misma cuando todo parece sequía. Es encontrar consuelo al sinsentido y a la sin justicia. Validar mi camino, mi intensidad y mi crítica. Tender un espacio donde pueda abrazarme a mí y abrazar a otras.

Mujer Tierra, Diosa enterrada es un poemario en el que experimentas con la forma y elementos multimedia, ¿cuáles son tus intenciones como creadora al utilizar todos estos recursos en tu trabajo poético?

Hacer uso de lo que he aprendido a crear. Siento que es lo justo para mi aprendizaje. Como diciéndome: «wey, ya te llevaste un chorro de tiempo aprendiendo a hacer tal o cual cosa, pues aplícala», y al final crear una obra me implica crearla desde varias perspectivas/disciplinas. De entrada, el poema mismo siempre llega desde un lugar sonoro (de ahí que dos de ellos estén musicalizados). Me gusta vivir así el proceso creativo, desde lo interdisciplinario, porque es abrir la conversación entre diferentes trincheras y hacerlas convivir, propiciar un diálogo donde quepan muchas voces.

Desde tu experiencia, ¿qué significa ser escritora? ¿Cómo ha sido tu proceso para formarte y reconocerte como tal?

Uy, bien complicado. Te diría que soy mi propio obstáculo, que yo misma soy la primera en dudar de mí, que el síndrome de la impostora y blablabla… Y en parte es cierto, pero no es de a gratis ni es porque nací con una autoestima por los suelos. Es por mi contexto, mi cultura. Porque luego está bien difícil que para reconocerte tengas que pasar por este horrible proceso de culparte y luego perdonarte. Nel, ya hice mucho de eso y no me llevó a buen puerto (porque no era ni mi barco ni mucho menos mi mar). Eso de las culpas se lo dejo a las religiones monoteísta patriarcales que se nutren de culpas, pecados y sacrificios eternos. Para reconocerme como escritora tuve que hacerme consciente de mi contexto, mis privilegios y mis carencias, y quitarles el poder de definirme. No esperar que otros me digan lo que soy o lo que está bien que sea. Sólo yo me puedo nombrar. Claro que es, en definitiva, un camino colectivo, que yo no concibo sin comunidad. Y es que son dos pasos, cuando tú decides cómo nombrarte, y luego, cuando te compartes desde esa forma en la que te nombras con los demás. Si te compartes sin saberte nombrar, estarás condenado a ser cómo te etiquetan los demás. Si te nombras y nunca te compartes, quedará, indudablemente, un cacho tuyo, que sólo puedes conocer a través del Otro (más no que lo define el Otro) oculto para ti, dejando tu camino mermado y creativamente estancado. Así lo vivo yo y así hace sentido para mí.

Y de forma más tangible, ¿cómo me he formado? Escribiendo mucho. Llevando mi camino una y otra vez a la escritura. Estudié animación y arte digital en el Tec de Monterrey porque me emocionaba poder contar historias. Luego tomé un diplomado en Escritura Literaria, ahora doy talleres. Y sobre todo, lo que me catapultó, fue nombrarme «soy escritora» y casi por consecuencia de eso, tejer redes, generar comunidad con más escritoras y escritores (aunque principalmente, escritoras). Por eso llegué con ustedes, por esa red que hemos tenido cada quien, desde sus extremos hasta encontrarnos aquí, escribiendo 🙂

¿Qué lecturas acompañaron tu proceso creativo para escribir Mujer Tierra, Diosa enterrada?

De cajón, El descenso a la Diosa de Sylvia Briton Perera, que es un análisis psicológico jungiano del mito del descenso de Inanna, la diosa sumeria. Diosas de Joseph Campbell, donde explica qué le pasó a la imagen de las diosas a través de la historia. Ser mujer, un viaje heroico de la psicoterapeuta Maureen Murdock que le quedó corta la visión de Joseph Campbell sobre el viaje del héroe. Las diosas de cada mujer de Jean Shinoda Bolen. Varios títulos de mitología de diferentes partes del mundo. También me nutrió mucho leer, escuchar y dialogar con amigas muy queridas, como Adriana Crispín y Jessica Marroquín, quiénes participan con epílogo y prólogo respectivamente.

¿Cómo se conectan en tu obra el feminismo y el arte?

Bueno, creo que lo del feminismo se ha ido respondiendo sólo en las preguntas anteriores. Reconociéndome, haciendo comunidad con mujeres. Y, como comentaba, haciendo un rastreo de la imagen de la mujer en la historia, específicamente de cómo pasó de ser divinidad a objeto de cambio. Y el arte, ¿exactamente a qué te refieres? Creo que el arte, desde donde yo viví la obra, es desde el proceso creativo, el darle voz y forma a mi discurso, ponerle palabras, ritmo, imagen. Dialogar con otras áreas, como la música, en compañía de José Luis y Rodrigo. Lo que espero es que ahora mi obra se sostenga sola, que todo el trabajo en el proceso de su creación sea autosostenible, y así el diálogo que yo generé con ella, ella misma lo pueda tener con la gente que lea, escuche, vea, viva Mujer de tierra, Diosa enterrada.

En tu libro hay referencias constantes a lo femenino en la naturaleza, ¿qué significa ser una Mujer de tierra?

Uno de los símbolos donde se puede encontrar a la mujer es en lo «materno». Madre-mater-materia. Materia, lo corporal. Para mí, significó bajar del plano de las ideas y los ideales (que tiendo mucho a volarme, por decirlo de alguna manera) y aterrizarlo, corporeizarlo. Todas esas reflexiones, «quiero cambiar esto», «aquello podría ser de otra forma», encauzarlos. Me gusta pensar que es poesía viva; todo lo que escribí también es un accionar, una postura desde la cual actúo en mi día a día. Ser Mujer de Tierra implica ir más allá de las teorías, autorxs, sobre todo, integrar el ego del «yo conozco mucho y mira cómo suelto nombres de teorías y autorxs a diestra y siniestra» y pasar a la acción, involucrar el cuerpo, mancharse las manos, «sacarle un abrazo a la tierra».

¿Cuáles son tus proyectos literarios a futuro?

Musicalizar más poemas, tener colaboraciones con otrxs creadorxs de vida-artística. Quiero bailar «Esto que muevo», poner a bailar a más personas y hacer un videoperformance, quizá. También estoy escribiendo una obra por encargo para la empresa mexicana Pathbooks, que se dedica a fomentar la lectura mediante una narrativa interactiva. Justo estoy poniendo los elementos mitológicos y feministas, pero desde lo narrativo.

«Gatonejos», poema musicalizado

Acerca de

Julia Ivalú

Es poeta y Licenciada en Animación y Arte Digital por el Tecnológico de Monterrey. Cuenta con formación en danza terapéutica, antropología del arte y escritura literaria. Imparte talleres de narrativa, poesía y mitología con perspectiva de género. Mujer de tierra, Diosa enterrada es su primer proyecto en solitario y pertenece a la colección Cantos del Big Bang (en colaboración con Big Bang Ediciones).

Aquí puedes encontrar otros proyectos de la autora: Web / Facebook / Instagram

Aquí puedes comprar el libro en diversos formatos para su descarga en múltiples dispositivos: Epub3 / Amazon

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra